
Obras antiguas y destruidas
En los recientes últimos tiempos, en Siria, Estados Unidos, Chile e Inglaterra se han estado derrumbando estatuas y destruyendo sitios históricos. Es quizás un flagelo constante de la guerra.
La bandera de la Paz se inspira en la idea que podemos proteger lo más sagrado que hay en el cielo, a través de la protección de lo más sagrado que genera el genio humano: las obras de arte.
La cuestión
La revuelta que asola al mundo entraña el anhelo de un mundo mejor y lleva la carga filosófica o cultural de cada región. Básicamente, podríamos decir que va revelándose el hastío por esta civilización en su conjunto y sus defectos; desigualdad extrema, valoración de la industria de la guerra, destrucción de la biósfera en nombre del progreso, machismo, racismo, clasismo, idea de separación, etc…
Así se derrumba la estatua de Pedro de Valdivia, porque existen registros de haber sido un violador y por haber sido un militar que representa el despojo y el genocidio del pueblo mapuche.

Derribamiento de estatua de Pedro de Valdivia en Concepción
Los ejemplos son muchos; el grafitero que daña geoglifos como los de Nazca; la mujer que acuchilla la Venus Rokeby del famoso autor de las Meninas, Velázquez; el martillazo a la Pietà de Miguel Ángel en Roma.
Talibanes y Yihadistas han arremetido contra los Budas de Bamiyan y el arco de triunfo de Palmira.
En Estados Unidos se han derribado estatuas de esclavistas como Robert E. Lee y Jefferson Davis.
La cuestión es relevante para quienes izan la bandera de la paz en su corazón porque en sus inicios, esta bandera nace con la voluntad de proteger la Cultura, bajo el lema: «Donde hay Cultura hay Paz, donde hay Paz hay Cultura». Es una bandera para la protección del patrimonio cultural en tiempos de guerra y en tiempos de paz.
Posición
El ejército chileno solicita el cambio de lugar de la estatua del general Baquedano que se encuentra en la Plaza de la Dignidad de Santiago hacia Blanco Encalada. El consejo de generales que hace esta petición capta correctamente que las multitudes que acuden a manifestar su hastío por la sociedad actual, sus instituciones e injusticias profundas al centro de la ciudad de Santiago no valoran a un general que apoyó la barbarie contra el pueblo Mapuche. De hecho, si recordamos bien, la bandera mapuche ha sido protagonista absoluta de la revuelta chilena.
Parece una propuesta sensata la de trasladar la estatua del general Baquedano allí donde es valorado, pero insuficiente. La cuestión nos invita a mayores soluciones.
Una idea que promovemos en este colectivo es el de respetar el Tratado de Roerich, al menos desde la sociedad civil americana y levantar el listado de aquellos espacios artísticos, científicos o monumentos históricos que requieren de una protección, porque en su centro contienen información valiosa para la refundación de una sociedad amable, amorosa, pacífica y armoniosa en su relación con la Madre Tierra.
El Pacto Roerich establece en su artículo IV lo siguiente:
«ARTÍCULO IV
Los Gobiernos signatarios y que se adhieran a este tratado, deberán enviar a la Unión Panamericana, en el momento de la firma o adhesión, o en cualquier otro momento posterior, una lista de los monumentos e instituciones que deseen someter a la protección acordada por este tratado. La Unión Panamericana, al notificar a los Gobiernos de las firmas o adhesiones, también deberá enviar la lista de los monumentos e instituciones mencionados en este artículo, e informará a los demás Gobiernos de cualquier cambio en dicha lista.»
(El Tratado de Roerich está depositado en la OEA, que hace las veces de la Unión Panamericana)
Atendido que al parecer los Gobiernos no cumplen con su obligación, corresponde a la sociedad civil que observa la trascendencia de esta tarea de asistirles y de cooperarles en su cumplimiento.
Bien puede ser tarea a realizar para C.A.S.A. Latina, para el movimiento de Transición y para la red panamericana de Paz, a las que suscribe SOMOSPAZ.
Asistimos al parto de una nueva civilización
¿Cuál es la función del Arte?
Nikolai Roerich respondía a este respecto señalando que «la Belleza salvará al mundo.»
Llegó ese tiempo en que estamos autorizados para hablar de «salvación» del mundo porque el panorama que se vislumbra puede ser sombrío o muy luminoso. Sombrío si nos atenemos a la recesión que se viene en tiempos de pandemia y de absoluta disconformidad social. Luminoso si nos atenemos a la onda de esperanza que recorre los territorios sobre la base del rescate de profecías antiguas que nos invitan a creer que asistimos al parto de una nueva civilización.

Palmira
Juan Pablo
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