El cambio: Chile como ejemplo de desarrollo económico a Chile como ejemplo de la Revolución mundial.
El Gobierno de Pinochet, los Gobiernos de la Concertación y este Gobierno han erigido un modelo de sociedad que ha sido vendido hasta ahora, como la Panacea. En el relato de la creación de este mundo, la desgracia parece sacudir a todo el mundo. Los «países desarrollados» han vendido la idea a los «países en desarrollo» que es posible salir de la pobreza: Chile es el ejemplo.
Los estudiantes son la vanguardia de la sociedad. Quieren vivir muchos años y quieren vivir felices. Si Chile se vende como un ejemplo para el mundo en términos de estructuras sociales y de consensos alcanzados, eso acabó. Ahora Chile exporta la Revolución. En su etimología profunda, la Revolución la asociamos con la evolución. Existen momentos de estancamiento en la sociedad en que la falta de entusiasmo en los Gobiernos trae corrupción. La corrupción pide por una limpieza interior de la casa y en eso estamos. Ordenándonos.
El nuevo orden nos invita a la solidaridad. Allí donde existan buenas iniciativas, allí estará el pueblo apoyando. En verdad, si tomamos como fecha de referencia el terremoto 27/F y asumimos que todavía hay un país por reconstruir son diversos los hitos que hacen evidente que la sociedad manifiesta síntomas de una voluntad de cambiar. La Revolución de este Invierno sucede a las inéditas manifestaciones por Hydroaysén. Recordemos el «Chao Pescao» a las termoeléctricas que afectarían a Punta de Choros. En verdad, la movilización de los estudiantes, no aparece desde la nada. Aparece luego de una inmensa sacudida que produjo el Terremoto en la mentalidad chilena. El terremoto y los terremotos acaecidos en el mundo. Podemos incluir los volcanes que han hecho erupción y a la Nación Mapuche que vuelve a demostrar porqué el Estado Español nunca lo pudo doblegar y porqué el Estado Español gastó más en armas aquí, que en ninguna otra parte de los virreinatos.
¿Cómo se conduce un proceso de esta Naturaleza?
Hemos llegado al punto en que un grupo de personas encarnó la energía de conducción de esta voluntad social. Camila, Giorgio y la Confech tienen la responsabilidad de comandar la voz de un pueblo.
Para llevar adelante esta tarea con éxito se requiere un trabajo interior. Siempre hay tiempo. Este trabajo interior, tiene relación con tener siempre en consideración el fin que nos une. Las disciplinas espirituales cualquiera que estas sean, son inherentes al éxito de la conducción. Hay consignas y hay peticiones de fondo. Es cierto que se ha llegado a un pliego de peticiones que ha requerido mucha conversación y esfuerzo de entendimiento. La única opción para que este proceso de diálogo sea fructífero se basa en que se comprenda que el diálogo debe realizarse al margen de la institucionalidad o bien, creando nuevas instancias. Porque la demanda que interpreta a la sociedad es que queremos OTRO MUNDO.
Al decir Camila que queremos un nuevo modelo de Desarrollo, habla de un nuevo consenso. Nadie tiene todas las respuestas. Sí tenemos convicción e intuición, sabemos que estamos todos íntimamente de acuerdo en desear un mundo mejor.
El orden actual viene de un sistema que sentenció a Jesús a la muerte, por subversivo.
El consenso que existe hasta ahora deriva del Imperio Romano. Desde una JUSTICIA que envió a un buen hombre como Jesús a la muerte por escarmiento. Era una primera señal: Si eres muy bueno, esto te pasará: John Lennon y Mahatma Gandhi son otros ejemplos. El consenso deriva del Derecho Romano que se basa en el derecho de propiedad. La evolución hasta ahora ha sido la de acomodar el orden y la mantención de privilegios.
Las fronteras son corolario de este sistema de pensamiento separatista. ¿Hasta cuándo voy a tener que aceptar burocracia para ir a saludar a mis hermanos trasandinos?
Otro hito clave que desvirtuó todo. La aniquilación de las sociedades con relatos cósmicos acerca de su origen.
En el camino, inventamos la sociología. En la época medioeval se incubó esta ciencia de la sociedad. Establece que el Estado es la forma de conducir las relaciones sociales para mantener la paz social. En el Estado no caben las cosmovisiones de ningún pueblo que crea que sus nexos están en las estrellas. Hoy, en teoría existe un Estado de Derecho que tiene el monopolio de la fuerza y a punta de violencia se contiene al movimiento social.
La violencia que existe y que desborda las manifestaciones puede encontrar su explicación en ciertos índices: alcoholismo, depresión, consumo de fármacos, violencia intrafamiliar, etcétera. Poco importa si somos los primeros del mundo o los segundos, lo cierto es que estos índices revelan que la violencia está instalada en el seno de la sociedad chilena. Baste ver el lenguaje de los representantes del pueblo. Revisen un diario y observen con atención cuántas veces se pronuncian palabras como «Amor», «Armonía», «Paz» y «Felicidad». Estas palabras ausentes son las palabras que le dan sentido a nuestra existencia. Estas son las palabras en torno a las cuales vamos a sentarnos a la mesa. Con abrazos y alegría. Nada de creer que esto es para derrotar a alguien. Esto es para trascender y legar a la Humanidad una Cultura de Paz.
El origen de los vicios, asimismo, tiene su origen en un mundo que no entrega un relato que le haga sentido profundo a las personas. Es aquí entonces donde se encuentra la solución y la salida. Entendemos que «somos la generación que llegó para quedarse». Somos los protagonistas y decimos profecía. PROFECÍA. Es una palabra que se acomoda a la realidad, con mucha naturalidad. La magnitud de las transformaciones en curso es un anhelo inmemorial y por ello, los nativos americanos entregaron su fuerza a este día, con estas profecías que contienen la sabiduría con la cual encarar los tiempos. El agua es la clave. Somos agua. Fluimos. Otrora fue la conciencia del fuego lo que entregó las llaves de la evolución, hoy el peligro está en el símbolo del agua. El agua es la vida y es la supervivencia de la especie lo que está en juego.
Nosotros señalamos que de estas palabras trascendentes, que deben ser levantadas ahora. Armonía, Felicidad, Alegría, Simpatía, Amor: la Paz tiene una bandera oficial, afirmada por el Estado de Chile. ¿Porqué no se levanta? Pedimos por favor, nuevamente, a las autoridades, que levanten esta bandera. Implica un acto de escucha. Implica por tanto, un acto para comenzar a dialogar. Por autoridad me refiero a todos los que conducen las relaciones públicas. Porque el nuevo consenso hacia el que vamos requiere unirnos a todos, generar entusiasmo, abrir las mentes y los corazones, hablar desde la poesía e incentivar la hermosura. Vinimos a este mundo a embellecerlo.
Hoy la Humanidad deja de ser la causa de su destrucción y comienza a dialogar. Lo que está en juego es el rol de cada uno de nosotros en este instante de cambios mayores.
El dialogo es esencial. Desde el Gobierno leo y escucho decir que los interlocutores son ignorantes y que son tantas voces, que les es imposible atender los requerimientos de la «contraparte». Desde los estudiantes y desde los trabajadores, efectivamente, son tantas voces que se habla de todo. Nacionalización del cobre, plebiscito, petitorios, nueva constitución, elevar la bandera de la paz, cambiar el calendario gregoriano imperialista por uno de trece lunas, etcétera. La escucha entre todos nosotros es vital para mantener este movimiento. La escucha permanente, más allá de la conversación en La Moneda, hablamos de las conversaciones en la red.
El nuevo consenso, en mi opinión, debe olvidar a las mayorías y debe aspirar a ser de todos nosotros. Es probablemente una aspiración muy alta, pero es también una aspiración que siento que se ve favorecida por los tiempos que vivimos. Vivimos una emergencia planetaria.
Callar y estar atentos a los planteamientos de fondo que cada quien realiza es una sugerencia para entendernos. El proceso de entenderse ha comenzado y debe continuar, hasta la victoria.
Es real. Está aconteciendo.
Por Manuel Gutiérrez que ha muerto y para que el dolor pueda transmutarse ahora, hacemos el intento. La reconstrucción nacional implica repensarlo todo. ¿Cuál es mi Nación? ¿La que dice el carnet de identidad que siempre ha sido obligatorio sacar o mi vinculación íntima con el acontecer universal? Somos libres e ilimitados, sin fronteras y sin dueños. Mi nación es el Arcoiris. Vinimos a conquistar nuestro destino y en eso estamos, declarándole nuestro amor a la Madre Tierra y a todos sus hijos.
Lo primero: el perdón, la reconciliación con nosotros mismos y luego, nuestra entrega a la causa de un mundo justo.
Juan Pablo
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